Los niños en los años de escuela han dominado, o están en el proceso de dominar una serie de habilidades emocionales básicas. Los encuentros iniciales con estas aptitudes se dan en los primeros años de vida y los reelaboran y consolidan a lo largo de su etapa académica. Si estas destrezas emocionales no se afianzan, podrían ocasionar problemas durante los años escolares y el estancamiento del desarrollo. Dichas capacidades, una vez logradas, constituyen hitos emocionales fundamentales en los que se basa todo el desarrollo emocional posterior.

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SEGURIDAD Y CAPACIDAD DE MIRAR, ESCUCHAR Y ESTAR TRANQUILO
Una de las primeras habilidades necesarias durante la infancia, y ciertamente en edad escolar, es la calma y la regulación, a la vez que el interés y la participación en su entorno. Esto significa estar interesado y atento a las personas, cosas, imágenes, miradas, sonidos, olores, movimientos, etc.
No es fácil para los niños aprender a estar tranquilos y regulados y al mismo tiempo atentos a un mundo tan estimulante. Normalmente, durante la infancia se empieza a aprender esta competencia en los primeros 3 o 4 meses de vida. En este período, los bebés deberían focalizarse en aquello que tocan, ven y oyen sin perder el control. Algunos bebés sonríen y gorjean naturalmente, disfrutando y asimilando lo que ven y oyen, durmiendo regularmente y comiendo con facilidad. Otros bebés -y hay muchos- tienen más dificultad. No les gusta ser tocados, excepto de ciertas maneras, algunos sonidos les molestan, las luces brillantes les hacen llorar, se distraen fácilmente, tienen cólicos, son quisquillosos, irritables. A medida que van creciendo, se ponen nerviosos si, por ejemplo, sus zapatos no les quedan bien o si les dibujas una cara y ésta no tiene la nariz en el lugar correcto. En la escuela, están tan distraídos por lo que ven y oyen en el aula, que es posible que no puedan concentrarse en lo que dice el profesor.
Una vez que los niños están en la escuela, los adultos tienden a preocuparse por si aprenden a leer, escribir y a hacer cálculos matemáticos. Pero si un niño tiene dificultades de aprendizaje, lo primero que debemos mirar no son las letras y los números, sino su capacidad para prestar atención y regularse a sí mismo. Si un niño no tiene esta capacidad, entonces tenemos que trabajarla con él. No se puede saltar este hito interno vital. No tiene sentido empujar a un niño para que aprenda a incorporar palabras de mayor complejidad en su vocabulario y aplicarlas correctamente en el contexto escolar o a multiplicar antes de que aprenda a mirar, escuchar y permanecer en calma. Lo primero es lo primero.
Juan Cruz Martínez – Fuente: adaptado de Greenspan, S. I., y Salmon, J. (1993)
Nota: En la composición de este blog y tras su traducción y adaptación al castellano, se ha tratado de utilizar diferentes recursos lingüísticos para evitar, en la medida de lo posible, el uso mayoritario del género masculino como genérico. No obstante, en ocasiones ha resultado necesario dicho uso en aras de la economía y eficacia del lenguaje, para evitar continuos desdoblamientos que dificultarían la lectura, así como redacciones confusas, ambiguas o extrañas.